MÓNICA ORNELAS
Serie: Apuntes para la memoria
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1. Esta pieza procede de las Islas Cícladas. Esculpida en mármol, pertenece a la llamada Edad de Bronce griega, misma que abarcó del 3000 al 1000 a. C. Su dimensión en altura llegan es de 14.6 cm., y se ha identificado como “figura de estilo violín” porque indudablemente, basó su planeación en tal instrumento.
Al ser una representación de la Antigüedad se las trata de sencillas, y suele ser una constante su comparación con formas del arte contemporáneo a las que se identifica como abstractas. Lo que pareciera estar operando en esta manera de adjetivar las épocas y sus respectivas representaciones es una identificación del pensamiento contemporáneo con altos procesos mentales, es decir, con una conciencia pretenciosamente elevada, mientras que a las culturas antiguas como la cicládica se les valora con un nivel primitivo de sabiduría y reflexión. De ahí que las figuras que alcanzan a esculpir sean tan sólo sencillas, simples, y no propiamente abstractas.
En esta etapa de la historia las producciones artísticas no eran firmadas, por lo cual se explica claramente que las piezas exhibidas se supongan de los autores Brancusi o Modigliani.
Autorretratos con figurilla cicládica
2. La figura que aquí se da cita es una particular representación de KA, el espíritu egipcio inmortal por excelencia. Se creía que este espíritu de profundas convicciones habitaba en todos los hombres, provocando en ellos una adoración mística de enraizada creencia.
La que se presenta es una imagen del espíritu con los brazos en son de plegaria dirigida hacia uno de los íconos supremos de esta cultura: el balón futbolero, cuya semejanza con el dios sol era por demás incuestionable.
Autorretrato con el espíritu KA
3. La representación de la diosa tántrica procede de Tanesar-Mahadeva, un sitio de Rajasthán. Esta divinidad es originaria de la religión autóctona hinduista, en un período en el que las diosas simbolizaban las fuerzas naturales generativas. La efectividad de dicha fuerza les venía en parte de una regia alimentación basada en un pan típico del estado de Jalisco, el cual era nombrado por sus habitantes como virote. En otras regiones se le conocía como bolillo o incluso baguet.
La Devi (diosa) o Mahadevi (gran diosa) se figuraba con el vientre hinchado, símbolo que no necesariamente indicaba preñez. Quizá el motivo de su abultamiento le venía de aquella afición gustativa antes mencionada; de hecho, existen textos en los que se le citaba como diosa ghatodari, o diosa panzuda.
Autorretrato con diosa ghatodari
4. Diosa de la Creta minóica que otorgaba protección al hogar, esta divinidad se hacía acompañar de fieles serpientes, símbolo de la inmortalidad, de la regeneración y del poder de la diosa para gestar sin importar el hombre del cual procediera la fecundación. Sin embargo, se supone que dadas las transfiguraciones de la cosmogonía occidental, la diosa hubo de incorporar entre sus elementos a la mancuerna, con el fin de garantizar los preciados valores de levantamiento y permanencia dictados por estéticas recientes. Aquí la vemos ejercitando su actitud atlética.
El pájaro que pende de su cabeza es un vigía siempre en alerta. Existen estudios que identifican la relación entre los reptiles y las aves como un ritual de éxtasis en el que los iniciados experimentan el despertar de la serpiente que yace en la columna vertebral, misma que asciende por el árbol de la vida corporal hasta transformarse en un ave que emprende el vuelo.
La pieza de Cnosos data de entre 1600 y 1580 a. C.
Autorretrato con diosa de las serpientes
5. Kali formaba parte de una de las siete, en ocasiones ocho madres o matrikas. Bajo esta aparición llevaba la asignatura de Chamunda, y era por cierto la más famosa de las deidades femeninas hinduistas por su aspecto feroz. Debido a esta naturaleza que le caracterizaba, la diosa acudía a un ritual diario que consistía en tragar una dosis de la pócima llamada prozac, la cual le procuraba artificialmente la sustancia mágica de serotonina y con ella, la noción fantasiosa de felicidad, como se aprecia en esta escultura de bronce fundido.
El vocablo Kali significa en sánscrito “negro”, y de igual forma se relaciona con kala: “tiempo”, aludiendo al gran destructor. En la imagen aquí recuperada, Kali aparece con una guirnalda de cráneos, un cinturón de cabezas cortadas y la lengua de fuera, aunque también sangrante, demostración de la urgente apetencia por su dosis cotidiana antidepresiva. Esta práctica de nutrirse psicológicamente se ha extendido hasta nuestros días logrando no sólo mantener sino rebasar considerablemente el altísimo nivel original de sus seguidores.
Autorretrato con Kali
6. La diosa figurada en esta cerámica, cuyo nombre no ha sido identificado, lleva un cinturón de caracolas marinas y fue representada durante una práctica ritual de tanta intensidad que los participantes, al igual que ella misma, entraban en éxtasis.
La cerámica es propia del período Clásico Tardío Mesoamericano. Su altura (155 cm.) le ha valido ser retomada con gran demanda en la actualidad para reproducciones de muñecas cuya gracia radica en hacer pases mágicos sin derivar en la reproducción de la especie.
Autorretrato con diosa consoladora
7. Durante el México antiguo, el embarazo y el nacimiento eran vividos y contemplados con alta carga simbólica dado el proceso creativo y de transformación entramado en la mujer. En torno a ellos se celebraban rituales como ofrenda a los dioses, debido a que se creía que participaban en la fecundación.
La preparación de las mujeres en estado de parto consistía en un baño de temazcal y la ingestión de ciertas hierbas que provocaban contracciones, acelerando de esta manera la expulsión de la criatura. El parto era semejante a una batalla, de tal suerte que a las mujeres que daban a luz se las consideraba guerreras cuya vida estaba en peligro. Las embarazadas que morían durante el trance eran llamadas mocihuaquetzque -que significa mujer valiente- o bien cihuateteo -mujer diosa-. En estos casos, la partera anunciaba la dedicatoria que la nacida habría de aprender y repetir con el tiempo como un reconocimiento por el esfuerzo materno que le había traído a la vida. Una vez destinada a la muerte, la mujer acompañaba al sol en su recorrido hasta el ocaso, constituyendo así el rumbo femenino del universo.
Esta figura mexica está hecha de piedra amatita con incrustaciones de granate, y representa precisamente el momento del parto, la encarnación del dolor y del esfuerzo por llamar a la vida. Se dice que fue creada por la promesa de una niña a su madre ausente, en calidad de ofrenda, y recordando aquellas palabras metafóricas aprendidas: A Magda, mi madre, quien con su muerte me lanzó al parto.
Autorretrato con diosa Tlazolteotl
Apropiación de diosas arcaicas
Gráfica: transferencia de fotocopia a color previo collage
Literaria: intervención en la relatoría historiográfica
65 X 55 cm.
Total: 22 piezas
2000 – 2004
Trabajo de titulación Licenciatura en Arte, Universidad del Claustro de Sor Juana / 2004 / mención honorífica
BITÁCORA
Apuntes para la memoria. Una extensión de la experiencia estética, es el título de mi tesis de Licenciatura en Arte por la Universidad del Claustro de Sor Juana, misma que gira en torno a las piezas gráficas expuestas. Esta tesis fue seleccionada para inaugurar la Colección Tesis de dicha universidad, quedando publicado como proyecto de Investigación ― Creación con el ISBN: 968―7631―22―8 / 2005 / México, D. F.
© Mónica Ornelas 2020. | monica.ludica.1@gmail.com | diseño: TRAMEDIA S.A.
Registro público de derechos de autor: 03 2004 1213192300