Inicio la acción señalando que tiene una dedicatoria: “A Camila, una niña en ocasiones deseada, siempre temida”.
A través de esténciles que representan a una niña y a un niño, dibujo en el piso con sal estas figuras, repetidamente, de manera concéntrica, cerca de una coladera de drenaje. Paseo roseando agua en las figuras, procurando su dilución. Al término de la acción, emito el siguiente pensamiento propio:
“Las circunstancias históricas potencias condiciones personales; toda decisión personal, por más íntima que sea, tiene repercusiones colectivas”.